Tu fantasma

Aquí comparto unas letras de un nuevo amigo (de toda la vida) que han acompañado mi sonrisa todo el día. 

         Hace aproximadamente unos 100 años que no te veo, que no te huelo, que intentaste en vano desaparecer de mi vida. El efecto contrario, tu imagen diosa está presente con más fuerza a medida que tu recuerdo perdura inalterable en el tiempo. No puedo dejar de pensar en ti, no puedo dejar de mirarte los ojos, revolcarme en tu seno. De esta manera Facundo iniciaba la demandante carta a su amada eterna. No contaba con más armas que sus letras, invariables como el amor que sentía por Gloria.         Trataba de buscar consuelo a su ausencia física emanando los recuerdos de los displaceres que le provocaba a su querida debido a las manías de esta, pero al mismo tiempo pensaba en una estrategia para su utópico recibimiento. De repente detiene la escritura y como cientos de veces anteriores revisa su teléfono celular para encontrar incontables mensajes y llamadas sin acuse de recibo. Facu como le solían decir cariñosamente sus allegados, incluida Gloria, no contaba con más argumentos que el alimento que le brindaba la tristeza ante tanta pérdida. Vivía embrumado, ensimismado en un dolor que había dejado de serlo para convertirse en un estilo de vida. Sin embargo sus leales amigos en su afán de liberarlo de tanta agonía, habían convertido el replicar diario de toques de puerta en una sinfonía con la cual había aprendido a reconocer a cada uno, negándole cada vez su entrada.

         La vida continuaba intacta, los lugares frecuentados juntos no habían variado, su cine 23 y 12 se mantenía como el santuario de los primeros abrazos y besos. Asimismo la casa permanecía virgen de huellas ajenas a las de su enamorada. Cada objeto en su sitio. El tiempo había hecho una pausa indeterminada no solo en la casa, también en la vida y la mirada de Facundo que solo deliraba con su mundo Gloria, provocándole la ausencia de letras ante tanta demanda y necesidad.

         Luego de mucho tiempo, había decido sentarse a dedicarle su única carta a Gloria, pero apenas comenzó a escribir el volcán de recuerdos lo invadió como era costumbre. Y es que cada segundo pensaba en ella, todo tenía relación con ella, perennemente todo lo conducía a ella. No estaba seguro si eran casualidades o el anhelo por la pérdida de la persona amada, lo que si daba por sentado que el hecho de que su camino se cruzara inevitablemente con el de ella le causaba la mayor de las satisfacciones. Sin darse cuenta este estado le provocaba cierta irritabilidad y tenía la sensación que la casa y el mundo se le abalanzaban sobre él a cada momento. Infinidad de veces se descubrió hablándole a Gloria, o más bien a su fantasma, pidiéndole café, viviendo su rutina, contándole sus fracasos, soñando con sus manos recorriendo sus pectorales, solicitando su sexo. Dejaba plasmado todo en su misiva, cada palabra como si fuera la última.

         En los escasos momentos de lucidez que llegaba a tener se daba cuenta que todo eran delirios, que ya su diosa no estaba más, que no podía acariciarla, que sentir su respiración y sus caricias eran solo ideas compulsivas. En ese breve instante de clarividencia decidía asesinar su fantasma, eliminar cualquier rastro mental que le acercara a Gloria. Lastimosamente el efecto se revertía y el instante de libertad que pasaba fumando en el balcón se transformaba en la propia diana de su sacrificio, convirtiéndose de victimario a víctima.

         De repente se levanta de su poltrona, abandona su empresa y reflexiona. Se percata y habla para sus adentros. No entiende a quien le escribe, no se explica lo que trata de hacer, se encuentra vagando sin rumbo como siempre. Sabe que no volverá nunca más, pero aun así le ruega por ello y por todas las cosas que la han dejado intacta como el primer día, acechándolo, acercándolo, manteniéndolo con esperanza. Facundo se mira al espejo luego de más de tres años sin hacerlo, se descubre viejo, en ruinas, rodeado de un fantasma imperecedero. Enciende un cigarro y regresa a su poltrona, cierra los ojos y se duerme tranquilamente.

Y. Barrios 

Buenos Aires, 19 de diciembre de 2015

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